Hoy oramos con alegría pascual por tu vida, por tu entrega como guía, pastor y testigo fiel del Evangelio. Nos dejas un legado de humildad, ternura y esperanza, recordándonos que la Iglesia se construye desde el servicio, la escucha y el amor a los más frágiles. Gracias por caminar con nosotros, por abrir puertas y corazones, por enseñarnos que la fe se vive con alegría y con los pies en la tierra. Que Cristo resucitado, a quien seguiste con el corazón sencillo de un padre, te reciba en su luz sin ocaso.