Hoy nuestros estudiantes compartieron un momento de interioridad y aprendieron más sobre la advocación de Nuestra Señora de la Consolación, patrona de la familia recoleta.
Según la tradición, la Virgen María se apareció a santa Mónica para enjugar sus lágrimas y le entregó una correa como signo de consuelo y fortaleza. San Agustín, tras su conversión y bautismo, siguió el ejemplo de su madre: vistió la túnica negra y se ciñó con la correa de cuero como signo de entrega a Dios.