Cada 24 de junio, el Perú rinde homenaje a quienes, con su trabajo silencioso y constante, hacen florecer los campos y sostienen una parte fundamental de nuestra vida cotidiana: los campesinos. En esta fecha, reconocemos con gratitud su esfuerzo, su vínculo profundo con la tierra y su rol indispensable en la construcción de un país más justo, sustentable y humano.
En nuestro colegio, no solo recordamos esta fecha como un acto cívico, sino también como una ocasión formativa que nos permite reflexionar con nuestros estudiantes sobre el valor del trabajo rural, la dignidad del campo y la urgencia de cuidar nuestra “casa común”, como lo señaló el Papa Francisco en Laudato Si’.
El campesino no solo siembra productos; siembra cultura, sabiduría y amor por la tierra. Su vida es testimonio de humildad, paciencia y conexión con la creación. Muchos de ellos trabajan sin descanso, a pesar de condiciones adversas, con fe y esperanza, para que en nuestras mesas no falte el alimento.
Por eso, desde nuestras aulas queremos seguir educando en el respeto por el trabajo campesino, en la valoración de nuestras raíces andinas y rurales, y en la construcción de una mirada más justa hacia quienes alimentan al país desde el silencio y el esfuerzo.
En este Día del Campesino, elevamos una oración de gratitud y pedimos a Dios que bendiga a todas las familias del campo. Que nunca les falte la fuerza ni la esperanza, y que la sociedad y las nuevas generaciones aprendan a mirar la tierra —y a quienes la trabajan— con respeto, responsabilidad y admiración.
¡Feliz Día del Campesino!